Cuando piensas en Aranda de Duero, seguramente lo primero que viene a tu mente es el prestigioso vino de la Ribera del Duero y el lechazo asado en horno de leña. Pero esta ciudad no solo es famosa por sus vinos y lechazo, sino también por el legado histórico que se encuentra bajo sus pies: una red de bodegas subterráneas que recorre el subsuelo como un auténtico laberinto lleno de historia, misterio y sabor.